PSICOLOGÍA: CAMBIA TU PENSAMIENTO PARA CAMBIAR TU VIDA

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A menudo me encuentro en la consulta de psicología con personas que tienen un radar de tecnología punta para captar los aspectos negativos de las cosas y otro del siglo XV para percibir las cosas positivas. Lo que está claro es que los pensamientos negativos nos afectan a todos en diferente medida.Tras un acontecimiento traumático y en situaciones de crisis, los pensamientos negativos están más presentes pero en momentos de calma y tranquilidad también pueden aparecer para amargarnos el día, por eso se hace imprescindible manejarlos adecuadamente para vivir con calidad de vida.

Las células del sistema inmunitario no permanecen ajenas a nuestro diálogo interno. «Cada vez que se tiene un pensamiento negativo, el cerebro libera sustancias como la adrenalina, el cortisol y otras hormonas que influyen sobre el sistema nervioso, la musculatura y los sistemas cardiovascular, respiratorio y digestivo. Un pensamiento negativo debilita, provoca desánimo, paraliza… pero sobre todo impide evolucionar porque los circuitos cerebrales realizan una y otra vez el mismo recorrido, encerrando a la persona en la queja, el victimismo y la zona de comodidad en la que se ha instalado. Un pensamiento negativo se distingue porque no conduce a la acción ni a algo útil; sólo considera las limitaciones, no las posibilidades», asegura Marta Ligioiz, médica especialista en neurobiología del comportamiento.

¿como podemos salir de este círculo vicioso?

HACER CONSCIENTES LOS PENSAMIENTOS

Empeñarse en borrar los pensamientos negativos puede ser ingenuo, porque surgen automática e inconscientemente. Se trata más bien de contemplar, escuchar o escribir esos pensamientos sin juzgarse ni darles crédito de entrada. Ante el desánimo, hay que ser capaz de detenerse y preguntarse: ¿qué me estoy diciendo? La simple auto-observación conlleva el cambio y la transformación, siempre que la persona no se castigue al descubrir que ha caído en la negatividad.

CAMBIA LA PERSPECTIVA

La psicóloga norteamericana Barbara Fredrickson le pidió a un grupo de estudiantes sometidos a un alto grado de estrés que cada noche escribieran sobre lo bueno que encerraba la situación que estaban viviendo. Sólo con ese hábito ya se reducían notablemente los pensamientos negativos, y se registraban menos alteraciones fisiológicas. Hazlo durante un mes y me cuentas la diferencia.

Otras preguntas útiles son: ¿Qué beneficios me reporta esta situación? ¿He superado algo similar anteriormente? ¿Qué puedo agradecer a la vida? Las respuestas permiten entrever la luz en el túnel.

Sol Martínez, especialista en programación neurolingüística (PNL), señala: «La solución no se encuentra en el mismo nivel de conciencia que el problema, por eso es importante salir y contemplarlo desde afuera. Es útil explicar a un tercero lo que preocupa, para confrontar el monólogo interno con la realidad. Otras cuestiones para plantearse son: ‘¿Lo que estoy pensando es completamente cierto? ¿Estoy plenamente seguro de que es así? Y sobre todo: ¿Cómo sería yo sin ese pensamiento? ¿Puedo dejarlo ir? ¿Qué pasaría si lo hiciera?’ Esta pregunta es importante para desmontar la trampa que encierra el pensamiento negativo, detrás del cual una persona puede esconderse o justificar lo que no afronta». »

ACEPTAR LO QUE SUCEDE

Mireia Darder, psicóloga y terapeuta Gestalt, señala: «No se trata de juzgar como bueno o malo lo que ocurre, sino de aceptarlo. Es importante decir sí a estos pensamientos y al dolor que producen en vez de pelearse con ellos, así como decir sí a las situaciones que los despiertan. Esto no significa estar de acuerdo o resignarse, pero tampoco positivarlo a ultranza. El pensamiento positivo puede favorecer la negación en lugar de la aceptación. Es como si se buscara la luz matando la oscuridad, cuando la vida reside en ambas. Sin embargo, si me digo: ‘Sí, esto me produce dolor’, entonces soy más capaz de transitarlo. Se cambia más desde la aceptación que desde la lucha, porque entonces aparece la serenidad que permite descubrir nuevos recursos».

MÁS TRUCOS

El simple hecho de moverse diluye los pensamientos negativos. Es difícil mantenerlos cuando se camina por un paisaje distinto al habitual, se comparte una buena comida o se realiza cualquier actividad agradable. «En la inactividad baja el nivel de serotonina del cerebro, mientras que en la actividad se eleva y la serotonina mejora el estado de ánimo. Si ante una situación que me llena de pensamientos negativos paso a la acción y busco una solución, se despiertan las capacidades intuitiva, lógica e inconsciente del cerebro para dirigirse hacia ella. Se activan muchas áreas cerebrales para valorar las oportunidades, donde antes no había más que desastre. ¡Entonces apuesta por ti!», señala Marta Ligioiz.

La pregunta que más ayuda a pasar a la acción y a encontrar una salida del laberinto es:¿qué puedo hacer para facilitar la situación? Será la forma de poner una dirección al pensamiento y responsabilizarse para propiciar el cambio. «Todo ser humano, si se lo propone, puede ser escultor de su propio cerebro», afirmaba Santiago Ramón y Cajal (Premio Nobel de Medicina 1906).

Venga, ponte en marcha, merece la pena el esfuerzo. Feliz semana